En dos líneas: hoy me voy a alejar un poco de la temática habitual de este blog, pero es que, de vez en cuando, toca cambiar el compás, seguro que muchos habéis visto la película Master & Commander, el protagonista es un capitán de navío de comienzos del XIX, Jack Aubrey, personaje que interpreta Russell Crowe.
El personaje de Aubrey es el de un capitán muy capaz y muy exitoso, le apodaban "El Afortunado", y sus aventuras las narró durante décadas el escritor británico Patrick O´Brian, he de reconocer que leerlas ha sido motivo tanto de felicidad como de relajación al sumergirme en un mundo, el de los grandes navíos a vela, que ya no existe.
Pero entre viajes, aventuras, abordajes y cañonazos, O´Brian nos enseña su maestría como escritor y su conocimiento de la psicología humana, y una de esas muestras es la que os voy a dejar aquí a modo de piedra de toque sobre la evolución de muchas carreras profesionales.
El siguiente párrafo forma parte del libro "El Puerto de la Traición", que es el volumen 9 de 19 dedicados al Capitán Aubrey (y su inseparable compañero, el doctor Maturin) y en él nos encontramos a Aubrey cercano a la cuarentena, pleno de habilidades, conocimiento y experiencia pero insatisfecho con su situación en su empresa (la Royal Navy en las Guerras Napoleónicas):
Le parecía que participaba en una carrera, una carrera en la que había estado en un buen lugar durante un tiempo, después de haber avanzado lentamente al principio, pero en la que no había podido seguir en cabeza y había sido adelantado por algunos. Tal vez eso había ocurrido por falta de resolución, tal vez por falta de sensatez, tal vez por falta de una especial cualidad sin nombre que hacía que tuvieran éxito algunos hombres e impedía que lo tuvieran otros, aunque hicieran el mismo esfuerzo por conseguirlo. No podía decir con seguridad cuál había sido su error. Algunos días era capaz de afirmar con convicción que todo había sido obra de la fatalidad, el reverso de la buena suerte que le había acompañado desde que tenía veinte años hasta que tenía treinta y tantos, el restablecimiento del equilibrio; sin embargo, otros días le parecía que su sentimiento de insatisfacción era una prueba irrefutable de que había cometido un error, y que, a pesar de que él no sabía cuál era, los demás sí, sobre todo los que estaban en el poder, lo que era obvio porque había asignado los mejores barcos a otros hombres, no a él.
¿Quién que lleve más de 15 años trabajando no se ha planteado estas reflexiones alguna vez?, sirven tanto para un capitán de navío de 1813 como para un directivo de 2013, no voy a expresar mis opiniones sobre que hacer o no en un momento así de la carrera profesional de cualquiera (de la vida de cualquiera), sólo comparto un texto que me hizo reflexionar cuando lo leí por primera vez hace más de 10 años y que ahora me ha impresionado mucho más aún.
Os dejo con los dos últimos minutos de la película y la maravillosa "Musica Notturna delle Strade di Madrid" de Luigi Boccherini:
El próximo post será mucho menos "filosófico" y más en la temática habitual de management y nuevas tecnologías.
1 comentario:
Muy buena entrada, Carlos. Efectivamente, todos pasamos por ese punto en la vida, sea por motivo profesional o personal, y como siempre en la vida, se trata de volver a levantarte y seguir con nuestra lucha diaria y con la sonrisa en la boca. Un buen finde.
Publicar un comentario